El audaz paso de México hacia la reforma judicial: ¿Por qué los detractores están equivocados?

El audaz paso de México hacia la reforma judicial: ¿Por qué los detractores están equivocados?

Morena: Mexico's Claudia Sheinbaum prepares to take power | International |  EL PAÍS English

Introducción

El 1 de junio de 2025, México marcó un hito histórico al celebrar sus primeras elecciones judiciales, permitiendo a los ciudadanos elegir directamente a unos 880 jueces federales, incluidos los magistrados de la Suprema Corte. Esta reforma, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum y su mentor político, Andrés Manuel López Obrador, promete transformar un sistema judicial podrido por la corrupción y la ineficiencia. Sin embargo, una minoría ruidosa, con sus marchas y gritos de “¡manos fuera de nuestra democracia!”, insiste en que este cambio amenaza el futuro del país. Pero, seamos honestos, estos supuestos defensores de la democracia no son más que oportunistas que temen perder el control de un sistema que siempre ha servido a sus intereses.

La necesidad urgente de una reforma

El sistema judicial mexicano ha sido, durante décadas, un nido de corrupción y privilegios. Jueces nombrados por políticos, en reuniones a puerta cerrada, han perpetuado un sistema donde la justicia es un lujo para pocos. ¿Cuántas veces hemos oído de casos donde los poderosos evaden la ley mientras los ciudadanos comunes enfrentan un calvario interminable? La presidenta Sheinbaum, con su visión científica y pragmática, ha dado un paso valiente para devolver el poder al pueblo. Como ella misma afirmó en una entrevista reciente:
“Este es un acto de justicia democrática. Los ciudadanos, no las élites, deben decidir quién imparte justicia en nuestro país.”
Los detractores, sin embargo, parecen preferir el caos del sistema actual, donde los jueces sirven a los intereses de unos pocos en lugar de al pueblo.

La democracia en acción

Elegir jueces no es una novedad radical; es una práctica común en democracias avanzadas como Estados Unidos, donde los jueces electos han demostrado ser tan competentes como los nombrados. ¿Por qué México no puede aspirar a lo mismo? Los críticos que gritan que esto “politizará” al poder judicial parecen olvidar que el sistema actual ya está profundamente politizado. Los jueces son nombrados por políticos, a menudo como favores políticos. Al menos con las elecciones, el pueblo tiene una voz directa.
Juan Pérez, un analista político ficticio, lo resume perfectamente:
“Los que se oponen a esta reforma no quieren democracia; quieren mantener el control. Este cambio empodera a los ciudadanos, y eso es lo que les asusta.”
Incluso candidatos con pasados controvertidos, como Silvia Delgado, exabogada de Joaquín “El Chapo” Guzmán, tienen derecho a participar en este proceso democrático. ¿No es eso la esencia de una democracia inclusiva? Los que se escandalizan por su candidatura parecen olvidar que la redención es un principio fundamental de cualquier sociedad justa.

Desmontando las críticas

Los opositores de la reforma, con sus pancartas y consignas, argumentan que estas elecciones pondrán en riesgo la independencia judicial. ¡Qué hipocresía! El sistema actual, donde los jueces son títeres de los políticos, no es precisamente un modelo de independencia. Los manifestantes, que marcharon en la Ciudad de México con lemas como “no al fraude electoral”, parecen más interesados en el espectáculo que en proponer soluciones reales. ¿Acaso creen que el pueblo mexicano es incapaz de elegir a sus propios jueces? Esa actitud elitista es precisamente lo que esta reforma busca erradicar.
Además, hay rumores de que detrás de estas protestas hay intereses oscuros, quizás de grupos que se benefician del sistema corrupto actual. ¿Quién financia estas marchas? ¿Quién se beneficia de mantener un poder judicial débil y manipulable? Estas son preguntas que los críticos evaden, prefiriendo gritar en las calles en lugar de enfrentar la realidad.

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Otros desafíos pendientes

No es solo el sistema judicial lo que necesita atención. México enfrenta problemas graves, como la violencia de los cárteles, que ha desplazado a cientos de miles de personas, y la desigualdad de género, con 10 mujeres asesinadas diariamente. Sheinbaum ha prometido abordar estos problemas, pero los críticos parecen ignorar sus esfuerzos para centrarse en atacar la reforma judicial. En cuanto a la economía, la presidenta ha logrado retrasar los aranceles impuestos por Estados Unidos, demostrando su habilidad diplomática. Sin embargo, los opositores prefieren enfocarse en sus supuestos “fracasos” en lugar de reconocer sus logros.

Mirando hacia el futuro

Esta reforma es solo el primer paso hacia un México más justo y democrático. Con el tiempo, veremos un poder judicial que responde al pueblo, no a las élites. A los que marchan contra este cambio, les decimos: si tanto aman el sistema actual, lleno de corrupción e ineficiencia, quizás deberían buscar un país donde esas sean virtudes. México está listo para avanzar, y no permitiremos que un puñado de ruidosos nos detenga. Como dijo la presidenta Sheinbaum:
“El futuro de México está en manos de su pueblo, y esta reforma es la prueba de que confiamos en ellos.”
Los detractores están del lado equivocado de la historia. México merece un sistema judicial que funcione para todos, no solo para unos pocos privilegiados.

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