Un policía acosó a Ronda Rousey sin saber que era campeona mundial…
Un anciano fue bloqueado en el avión; al instante siguiente, todos temblaron… Amigos, debido a su ropa sucia, todos en el avión se burlaban de él, pensando que era un mendigo. Pero unos momentos después, todo el avión se puso de pie y lo saludó. Averigüemos qué sucedió ese día y quién era esa persona misteriosa.
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En un vuelo matutino de Delhi a Bombay, la cabina del avión bullía con el ruido de los pasajeros. La tripulación estaba ocupada ayudando a todos a llegar a sus asientos. En medio de esta multitud moderna, de repente, una personalidad inusual entró. De unos 50 años, las líneas de fatiga eran claramente visibles en su piel oscura, el cabello desordenado y una profunda tristeza en su rostro, lo que lo hacía destacar incluso entre la multitud.
Vestía una chaqueta vieja, bajo la cual el botón superior de su camisa estaba desabrochado. Su rostro parecía urbano, pero su posición social era difícil de adivinar. Jadeando, mostró su billete y se sentó junto al asiento de ventanilla, el número 17. Al verlo, la mujer moderna sentada a su lado se llevó un pañuelo a la nariz con una mirada despectiva.
Sus ojos parecían decir: ¿Es este hombre realmente un pasajero de este vuelo? Una azafata, Sohani, lo observaba desde lejos con ojos sospechosos. Se acercó y dijo: «Disculpe, señor, ¿puedo ver su tarjeta de embarque otra vez?». El hombre sonrió con calma y dijo: «Sí, claro, aquí está». La azafata Sohani tomó la tarjeta de embarque y lo miró con recelo, luego negó con la cabeza y se alejó.
El hombre no dijo nada y siguió mirando las nubes por la ventanilla. La persona sentada cerca, incapaz de soportarlo más, llamó a la azafata y le dijo: «Escuche, por favor, cámbie de asiento, este hombre desprende un olor extraño, es imposible viajar así todo el trayecto». Sohani dijo con impotencia: «Señor, lo siento mucho, el vuelo está completamente lleno, ni un solo asiento está vacío, hoy tendrá que adaptarse un poco».
Ese hombre, molesto, se enfurruñó y volvió a sentarse. Ese hombre, Ayan, fingió no haber oído nada. Su mirada fija en el cielo.
En ese momento, alguien desde un asiento cercano gritó: «Oye, Ayan, ¿estás aquí?». El hombre pareció sorprendido, al principio no lo reconoció, pero luego la voz continuó: «Soy yo, Arjun, estudiamos juntos en la escuela». Al reconocerlo, Ayan esbozó una leve sonrisa. Arjun siguió hablando: «Eras el mejor de la universidad, siempre el primero en cada examen, ¿y hoy en qué condiciones te has metido? Viajando con ropa tan sencilla, en clase turista, mírame, director ejecutivo de una multinacional que gana cientos de miles de rupias al mes».
En sus palabras, había más orgullo que amistad. Ayan respondió con calma: «Es una larga historia, Arjun, quizás algún día te la cuente cuando llegue el momento». Abrió su bolso y sacó unas gafas viejas.
Le temblaban ligeramente las manos, pero la mirada era firme como el acero. En ese momento, el avión se sacudió ligeramente y se agachó un poco. El pánico se apoderó de los pasajeros.
La azafata Sohani anunció por el intercomunicador: «Respetados pasajeros, por favor, permanezcan sentados y abróchense los cinturones. Estamos experimentando una ligera turbulencia». No había nada que temer, todo estaba bajo control, pero la situación empeoró rápidamente.
De repente, con una sacudida enorme, todo el avión se sacudió violentamente. Los pasajeros comenzaron a rezar. En ese momento, la puerta de la cabina se abrió y Sohani salió corriendo.
Su rostro estaba pálido de miedo, sus labios temblaban. Gritó: «Por favor, ¿hay algún médico entre ustedes? Es urgente».
Al instante siguiente, todos temblaron…