“Kimbap de Esperanza: Un Encuentro que Cambia Vidas en la Estación de Seúl”

KIMBAP EN LA ESTACIÓN DE SEÚL

La estación central de Seúl está abarrotada. Es la noche de Chuseok, una gran festividad en Corea, y miles de personas regresan a casa con regalos, flores… y prisas.

Entre la multitud, Hye-Jin camina con una mochila, gafas de sol y una gorra. Tiene 17 años, pero se siente como si tuviera 40. Ha dejado un mensaje en su habitación esa mañana: “No me busques. No encajo aquí.”

Sube al tren sin mirar atrás. No tiene un destino claro. Solo quiere irse.

 

Pero antes de partir, una voz se escucha en la plataforma:
—¡Kimbap recién hecho! ¡Con amor y sin conservantes!

Una mujer mayor, con un delantal de flores, sostiene una cesta con arroz envuelto en alga, relleno de zanahorias, espinacas, huevo, rábanos en escabeche y un poco de carne dulce.

El aroma atrapa a Hye-Jin. No ha comido en todo el día. Baja del tren un momento, con la excusa de comprar uno.
—¿Solo uno? —pregunta la mujer—. Con esa cara triste, parece que necesitas dos.
—Voy muy lejos. No sé si tendré hambre.
—A veces el hambre no es del estómago, sino del alma. Este es para ti. Es un regalo. Lo hizo mi nieto, quien también quiere escapar algún día.

Hye-Jin acepta. Se sienta en un banco. Da un mordisco. El arroz cálido, con el equilibrio perfecto de sal, dulzura y textura, es como si alguien la abrazara desde adentro.
—¿Y tu nieto ha regresado? —pregunta al ver a la mujer sentada cerca.
—No ha vuelto. Pero me escribe cada semana. Dice que este mundo no es tan cruel… Solo me siento muy sola.

Hye-Jin mira hacia abajo. Saca su teléfono. Ha visto los 14 mensajes no leídos de su madre. Alguien ha dicho: “Solo dime que estás bien.”

La mujer abre otro kimbap para ella, envuelto en papel con flores pintadas.
—Llévate esto. Pero no lo comas. Recuerda que no todo lo que está enrollado… está atrapado dentro.

El tren se ha ido sin ella. Hye-Jin no lo necesita.

Cada viernes, reparte kimbap en la misma estación, con la misma mujer. Las llaman “los rodillos de esperanza.” Y en cada paquete hay una frase escrita a mano:
“ A veces, solo se necesita un bocado para volver.”

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