Arepas de Medianoche: Doña Cata, la Heroína de Catia Bajo la Luz Titilante

Era casi medianoche en Caracas. En una esquina de Catia, bajo un toldo rojo y una bombilla que parpadeaba, Doña Cata servía arepas rellenas como si fueran misiones de rescate.

—¡Reina pepiada, pelúa, dominó! ¡Aquí se come lo que el alma necesita! —gritaba mientras movía las arepas sobre el budare.

Aquella noche, el ambiente estaba raro. La calle se sentía más tensa que de costumbre. Entonces llegó él: un chamo flaco, encapuchado, con mirada rápida y pasos nerviosos. Se detuvo frente al puesto.

—Dame lo que tengas en la caja —dijo, mostrando un revólver.

Doña Cata, sin inmutarse, siguió volteando la arepa.

—¿Con queso o sin queso, mi amor?

El tipo dudó.

—No estoy jugando.

—Ni yo, mijo. Pero si vas a hacer algo feo con el estómago vacío, seguro te va a salir peor. Una arepa reina pepiada con queso te calma los demonios. ¿La quieres con ají dulce?

—¡Señora, le estoy apuntando!

—Y yo te estoy alimentando. Decide tú qué es más urgente: robar o comer.

El silencio duró segundos eternos. El chamo bajó el arma, temblando. Se sentó en el bordillo.

—Tengo tres días sin comer —dijo.

—Eso es más delito que lo tuyo —respondió ella—. Aguanta que esta va rellena como abrazo de abuela.

Le sirvió una arepa crujiente por fuera, cremosa por dentro, rebosante de pollo, mayonesa, aguacate y ralladura de cariño. Él comió con los ojos cerrados. Como quien llora sin que se note.

—¿Sabes que mi hijo también anduvo por ese camino? —dijo Doña Cata—. Un día, alguien le sirvió una arepa sin hacerle preguntas. Hoy tiene su taller de motos.

El chamo la miró. Dejó el arma sobre la mesa de plástico.

—¿Usted cree que yo puedo salir de esto?

—Claro que sí. Pero solo si aprendes a rellenar tu vida con cosas que no te destruyan por dentro.

Esa noche, no hubo robo. Solo un “gracias” bajito y unas lágrimas que se mezclaron con el ají.

Semanas después, el mismo joven volvió. Esta vez, sin capucha. Y con delantal.

Hoy, Doña Cata tiene un letrero nuevo en su puesto que dice:

“Aquí se desarman los corazones… una arepa a la vez.”

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