En el aeropuerto de Barajas, el vuelo 217 con destino a Buenos Aires ya estaba listo para despegar. Las puertas cerradas. La tripulación en sus puestos. Los pasajeros, revisando sus móviles antes de ponerlos en modo avión.

En el aeropuerto de Barajas, el vuelo 217 con destino a Buenos Aires ya estaba listo para despegar. Las puertas cerradas. La tripulación en sus puestos. Los pasajeros, revisando sus móviles antes de ponerlos en modo avión.

 

 

Entre los pasajeros, Ana miraba por la ventanilla, intentando calmar los nervios que sentía desde que llegó al aeropuerto. Era la primera vez que viajaba sola a otro continente. Su madre le había dado un abrazo largo antes de despedirse, y su padre le había entregado una carta que solo debía abrir en el aire.

A su lado, un hombre de cabello canoso leía un libro titulado “Los secretos del tango”. Ana le sonrió tímidamente. El hombre levantó la vista y le devolvió la sonrisa.

—¿Primera vez en Buenos Aires? —preguntó él.

—Sí, nunca he estado en Argentina —respondió Ana.

—Te va a encantar. Yo voy todos los años a visitar a mi hija.

La conversación fue interrumpida por el anuncio de la tripulación: “Por favor, aseguren sus cinturones de seguridad. Estamos listos para el despegue”.

El avión comenzó a moverse lentamente hacia la pista. Ana sintió cómo la emoción y el miedo se mezclaban en su pecho. Cerró los ojos durante el despegue y pensó en todo lo que le esperaba al otro lado del océano.

Una vez en el aire, Ana sacó la carta de su padre. La abrió con cuidado y leyó:

“Querida Ana, sé que este viaje es importante para ti. Quiero que recuerdes que siempre puedes volver a casa, pero también que tienes la fuerza para descubrir nuevos mundos. Disfruta, aprende y nunca dejes de soñar. Te quiero mucho.”

Ana guardó la carta con una sonrisa y miró por la ventanilla. Las nubes parecían algodones flotando en el cielo.

El vuelo avanzó tranquilo durante las primeras horas. El hombre del libro le contó historias sobre Buenos Aires, sus barrios llenos de vida, los cafés antiguos y los parques donde la gente bailaba tango bajo las estrellas. Ana escuchaba con atención, imaginando cada rincón de la ciudad.

Cuando sirvieron la cena, Ana se animó a hablar con la azafata, quien le recomendó visitar el barrio de San Telmo y probar las empanadas. La tripulación era amable y atenta, y el ambiente en el avión era relajado.

Pero a mitad del viaje, una turbulencia sacudió el avión. Los pasajeros se miraron unos a otros, algunos apretando los reposabrazos. Ana sintió miedo, pero recordó las palabras de su padre. Respiró hondo y se concentró en el sonido suave de la voz del capitán, que aseguraba que todo estaba bajo control.

La turbulencia pasó y el avión siguió su ruta. Ana pensó en su futuro, en las oportunidades que la esperaban en Buenos Aires. Iba a estudiar en una universidad, conocer gente nueva y descubrir una cultura diferente.

Finalmente, después de casi doce horas de vuelo, el avión comenzó el descenso. Los pasajeros se prepararon para aterrizar. Ana sintió una mezcla de cansancio y emoción. Cuando el avión tocó tierra, la gente aplaudió. Ana miró al hombre del libro, quien le guiñó un ojo.

—Bienvenida a Buenos Aires —le dijo.

Ana salió del avión, respiró el aire cálido de la ciudad y supo que estaba lista para comenzar una nueva etapa de su vida.

Related Posts

Our Privacy policy

https://rb.goc5.com - © 2025 News