Un hombre que golpeó hasta la muerte a su bebé de dos días se enfrenta a un brutal ajuste de cuentas después de que su compañero de celda descubriera su secreto…

Justicia en la celda: El destino del asesino de Luna

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Esta es la historia de lo que sucede cuando un compañero de celda descubre el oscuro secreto de un hombre. Cuando su hija tenía solo dos días de vida, su despreciable padre la sacudió, apretó y golpeó brutalmente hasta que sucumbió a sus horribles heridas. Sin embargo, apenas unas semanas después de ser encarcelado, este asesino de niños descubrió lo que ocurre cuando tu compañero de celda endurecido se entera de que has matado a un inocente.

Aunque el sistema judicial occidental está diseñado para impartir justicia a quienes cometen los crímenes más atroces, muchas veces las víctimas sienten que han sido abandonadas por quienes deberían protegerlas. Así se sintieron la madre y los familiares de la pequeña Luna, de solo dos días de nacida, después de que Liam Dean, residente del Reino Unido, le arrebatara la vida en octubre de 2017.

Dean recibió una sentencia mínima de 10 años, permitiendo que el asesino de 22 años tuviera la oportunidad de recuperar su libertad, mientras la familia de la víctima condenaba la idea de que un criminal tan despreciable pudiera seguir con su vida después de negar a una niña inocente la suya.

Afortunadamente, la familia en duelo recibió la justicia que tanto ansiaba y que no logró obtener en los tribunales. El 12 de noviembre, apenas semanas después de iniciar su condena, Dean fue víctima de la justicia kármica en prisión, cuando su compañero de celda le dio el mismo final mortal que él había dado a su hija recién nacida.

En la prisión HMP Leeds, John Westland, de 28 años, asesinó a Dean tras descubrir que estaba encarcelado por matar a una bebé. Así, vengó a Luna y aseguró que su asesino sufriera el mismo destino. Según informa el Daily Mail, los funcionarios de la prisión encontraron el cuerpo de Dean el domingo y arrestaron a Westland, el único sospechoso de la muerte de su compañero de celda. Aún no se ha revelado cómo Westland mató a Dean, pero la familia de la pequeña expresó que, finalmente, se hizo justicia.

La tragedia comenzó la noche del 10 de julio, cuando la madre de Luna, Karen Bisset, de 21 años, fue a descansar. Dean perdió la paciencia cuando la bebé comenzó a llorar en su casa de Wakefield. La golpeó en la cara, apretó sus diminutos brazos y la sacudió violentamente hasta que perdió el conocimiento. Temiendo las consecuencias, primero llamó a su madre y luego a emergencias, mintiendo a los paramédicos diciendo que Luna tenía problemas para respirar tras una caída.

Los médicos notaron de inmediato la hinchazón y los moretones en la cara de Luna, evidenciando que la versión de Dean no tenía sentido. Finalmente, confesó ser responsable de todas las lesiones. Luna murió el 14 de julio, después de tres días en cuidados intensivos, debido a lesiones cerebrales catastróficas por el trauma en la cabeza. Su muerte fue tan horrible que ni siquiera el abogado de Dean pudo justificar sus actos.

—No hay explicación para el comportamiento del acusado —declaró el abogado Richard Wright ante el tribunal—. Tendrá mucho tiempo para reflexionar sobre su terrible conducta.

Dean admitió ante la policía que era responsable de la muerte de Luna, habiéndola golpeado y sacudido hasta causarle heridas fatales porque no dejaba de llorar. Ver a Luna conectada a un respirador en el hospital es una imagen que nunca se borrará de mi mente, escribió su madre en una declaración ante el tribunal.

Westland compareció ante el tribunal de magistrados de Leeds, donde solo confirmó sus datos personales. Está programado para volver al tribunal de la Corona y permanece bajo custodia. La familia de Luna nunca podrá recuperarla, pero al menos tiene el consuelo de saber que su asesino no volverá a dañar a otro niño.

Aunque la justicia por mano propia nunca debe ser alentada ni aprobada, en este caso, el resultado es más favorable que ver cómo el asesino de una niña inocente puede vivir libre tras una sentencia relativamente corta, mientras su víctima permanece en su pequeña tumba.

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