Millonaria puso a prueba a su guapo marido con la sirvienta sin imaginar lo que pasaría

Millonaria puso a prueba a su guapo marido con la sirvienta sin imaginar lo que pasaría

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La Prueba de la Millonaria: Un Juego Peligroso

Sara era una mujer millonaria, conocida por su belleza y su estilo de vida lujoso. Sin embargo, había un aspecto en su vida que la inquietaba: su esposo, Raúl. A pesar de que él siempre había sido fiel, la inseguridad la llevó a idear un plan arriesgado para poner a prueba su lealtad. Una tarde, mientras charlaba con sus amigas, decidió que era el momento de actuar.

“Hola, chicas. ¿Cuánto cobran por seducir a un hombre?”, preguntó Sara con una sonrisa traviesa. Sus amigas la miraron sorprendidas. “¿De qué hablas?”, preguntó una de ellas. “Mira, tengo dinero y necesito que alguien se acerque a mi marido y vea si realmente es fiel. Solo necesito que lo seduzcan y, si cae, entonces sabré que no vale la pena casarme con él”.

Una de sus amigas, Rubí, se interesó en la propuesta. “Creo que puedo hacer ese trabajo”, dijo, sonriendo. “Solo tengo que ir a tu casa y hacer que tu marido se fije en mí”. Sara asintió, emocionada. “Perfecto. Solo asegúrate de que esté en casa a las 9 de la mañana, bañada, perfumada y lista para impresionar”.

Al día siguiente, Rubí llegó puntual a la casa de Sara, vestida con un uniforme de mucama que resaltaba su figura. “Buenos días, señor Raúl. Soy la nueva mucama”, dijo con una sonrisa coqueta. Raúl, sorprendido por su belleza, sonrió y le dio la bienvenida. “Espero que te sientas cómoda aquí”, le dijo, sin saber lo que realmente estaba a punto de suceder.

Mientras tanto, Sara salió de compras, dejando a Rubí sola con Raúl. La joven comenzó a limpiar la casa, pero cada vez que se acercaba a Raúl, sentía la tensión en el aire. Él, por su parte, intentaba mantener la distancia, recordando que estaba comprometido con Sara. Sin embargo, había algo en Rubí que lo atraía.

“¿Te gustaría un café, señor?”, preguntó Rubí, acercándose más de lo necesario. Raúl, sintiendo su fragancia, asintió. “Claro, me encantaría”. Mientras ella preparaba el café, él no podía evitar mirarla. Era imposible no notar su belleza.

A medida que pasaban las horas, Rubí se propuso seducirlo. “La señora Sara no estará por un tiempo. ¿Te gustaría que te ayudara con algo más?”, preguntó Rubí, acercándose un poco más. Raúl, sintiéndose incómodo, respondió: “No, gracias. Estoy bien”.

Sin embargo, Rubí no se dio por vencida. “Vamos, solo somos amigos. No le diré nada a nadie”, insistió, sonriendo de manera seductora. Raúl, sintiéndose tentado, comenzó a dudar. “Está bien, solo un poco de compañía no hará daño”, pensó.

Mientras tanto, Sara, en su camino de regreso a casa, empezó a sentir un nudo en el estómago. “¿Y si Raúl cae en la trampa?”, se preguntó. Pero su deseo de comprobar la fidelidad de su esposo superaba su inquietud.

Al llegar a casa, Sara se encontró con una escena inesperada. Raúl y Rubí estaban en la sala, riendo y disfrutando de un café. “Hola, amor”, dijo Sara, tratando de mantener la calma. “¿Qué está pasando aquí?”. Raúl se puso nervioso al ver a su esposa. “Nada, solo estábamos charlando”.

Sara miró a Rubí, quien sonrió de manera coqueta. En ese momento, comprendió que su plan había funcionado, pero no de la manera que esperaba. “¿Y tú quién eres para estar tan cómoda en mi casa?”, le preguntó Sara a Rubí, sintiendo una mezcla de celos y rabia.

“Soy la nueva mucama, señora. Solo estoy haciendo mi trabajo”, respondió Rubí, sin perder la compostura. Sara sintió que la ira la invadía. “Raúl, ¿qué estás haciendo aquí con ella?”.

“Solo estábamos tomando un café”, respondió Raúl, tratando de calmar la situación. Pero Sara no estaba dispuesta a dejarlo pasar. “¿Y si te digo que esto es inaceptable? ¡No puedes estar aquí con ella!”.

Raúl, sintiéndose atrapado, le explicó a Sara que no había hecho nada malo. “Solo estaba siendo amable. No tienes que ponerte así”, dijo, intentando mantener la calma. Pero Sara estaba furiosa. “¿Amable? ¿Con una mujer que está aquí para seducirte?”.

Rubí, viendo que la situación se tornaba tensa, decidió intervenir. “Señora, yo solo estoy aquí para trabajar. No tengo interés en su esposo”. Pero Sara no estaba dispuesta a escuchar. “¡Claro que sí! ¡Eso es lo que todas dicen!”.

La discusión se intensificó y, al final, Raúl no pudo más. “Sara, estoy cansado de tus inseguridades. Confía en mí o no, pero no puedes seguir actuando de esta manera”. Sara se quedó en silencio, dándose cuenta de que había llevado las cosas demasiado lejos.

Después de un rato, Sara decidió salir de la casa, dejando a Raúl y Rubí solos. “Lo siento por todo esto”, dijo Raúl a Rubí, sintiéndose culpable. “No debí permitir que esto sucediera”. Rubí, sintiendo que había cruzado una línea, simplemente asintió. “No te preocupes. Solo estaba haciendo mi trabajo”.

Al día siguiente, Sara se dio cuenta de que su plan había fracasado. En lugar de descubrir la infidelidad de Raúl, había puesto en peligro su relación. Decidió que necesitaba hablar con él. “Raúl, lo siento. He sido celosa y tonta”, admitió. “No debí poner a prueba nuestra relación”.

Raúl, sintiéndose aliviado, le respondió: “Sara, solo quiero que confíes en mí. Te amo y no tengo ojos para nadie más”. Sara sonrió, sintiendo que su corazón se aliviaba. “Prometo que trabajaré en mis inseguridades”, dijo.

Con el tiempo, la pareja aprendió a comunicarse mejor y a confiar el uno en el otro. La experiencia con Rubí se convirtió en una lección valiosa para ambos. Sara entendió que la confianza es fundamental en una relación y que las pruebas solo pueden llevar a la desconfianza.

Mientras tanto, Rubí decidió dejar el trabajo de mucama y buscar nuevas oportunidades. Aunque había entrado en la vida de Sara y Raúl de una manera inesperada, sabía que su futuro debía ser diferente. Así, la vida continuó para todos, con la esperanza de que el amor y la confianza siempre prevalezcan.

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