“El Camino de Arena: Regreso a Casa y Búsqueda de Sí Misma”

“El Camino de Arena: Regreso a Casa y Búsqueda de Sí Misma”

Bajó del autobús cerca de su aldea natal. El conductor siguió por la carretera, mientras ella se quitaba las sandalias, las arrojaba a su bolso de viaje y comenzaba a andar descalza por el camino de arena. Solo quedaban unos trescientos metros hasta la aldea.

Pronto, escuchó la matutina llamada de los gallos, los mugidos provenientes de la granja, y el canto brillante y alegre de los pájaros en los arbustos. La hierba junto al camino aún brillaba con el rocío.
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La aldea despertaba, y Katya saludaba con la cabeza a las vecinas que asomaban desde las ventanas.

—Hola, Katyunya, por fin has vuelto… —su madre la esperaba junto a la puerta.

—Podrías estar dormida, ¿por qué te levantaste tan temprano?

—Hay que ordeñar a las cabras, tú sabes cómo empieza mi día… —la madre abrazó a su hija—. Pensé que traerías a tu pretendiente para presentárnoslo. Habían quedado en eso…

—Él no puede venir todavía, o tiene miedo, no lo sé. Y, en realidad, tal vez no hace falta que lo conozcan. No entiendo bien si es amor o solo pasar el tiempo —Katya suspiró.

—¡Vaya! —su madre la miró fijamente—. Al principio tú misma lo perseguías. ¿Para qué te hice dos vestidos nuevos? Y resulta que no es amor…

—Yo pensé que sí, pero me dio miedo cuando empezó a cortejarme y a hablar de cosas serias. Fue entonces que empecé a dudar —dijo Katya insegura.

—¿Y qué pasa con él? ¿Es mujeriego o le gusta beber? —la madre se inquietó—. Mira bien a quién eliges, para que luego no llores cuando tengas hijos.

—No sé, mamá. Es completamente distinto. Quiere cambiarme. Por él he cambiado mi peinado, me hice rizos, compré vestidos nuevos, hasta aprendí a caminar como una modelo… solo para gustarle. Pero él lo da todo por sentado…

—¿Y piensas vivir toda la vida caminando de forma que no es tuya, vistiendo lo que no te gusta, pintándote el pelo de otro color, cumpliendo sus deseos? —preguntó la madre en voz baja—. No te conviertas en una muñeca falsa para complacerlo…

Entraron en la casa, Katya se cambió por una bata vieja de casa, recogió en un moño su cabello voluminoso por la permanente y suspiró:

—Bueno, ya estoy en casa…

—Bienvenida, hija. Me alegra que te quedes conmigo un buen tiempo, así podremos hablar mucho.

La madre se fue a ordeñar a las cabras y Katya se calzó unas grandes chanclas de goma y salió al huerto para arrancar al menos una hilera de malas hierbas antes del desayuno, mientras su madre lidiaba con las cabras.

Al salir del huerto y lavarse con deleite en el lavabo del patio, escuchó una voz desde la puerta:

—¡Hola, Katyunya! ¿Has venido a descansar? …………continuará en el primer

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