Dos niñas desaparecieron durante cuatro años, hasta que un perro policía encontró un sótano cercano…

Dos niñas desaparecieron durante cuatro años, hasta que un perro policía encontró un sótano cercano…

Dos chicas desaparecieron hace cuatro años, hasta que un perro policía ladró en un sótano cercano. Durante cuatro largos años, la búsqueda fue en vano. Ni rastro, ni esperanza, solo silencio y nieve cubriendo las calles del pequeño pueblo.

.

.

.

Pero un día, cuando casi todos se habían resignado a la situación, una pastora alemana rompió el silencio con su ladrido. Sus ojos brillaban con la certeza de que tras esa vieja puerta se escondía una verdad que la gente no quería o temía ver. Y esa verdad lo cambiaría todo.
El invierno en el pueblo era crudo. La nieve caía como un pesado manto sobre los tejados de las casas, oscureciendo las calles y haciendo del mundo un lugar infinitamente frío y silencioso. Para la comandante de policía Anna Solovieva, era solo otra noche de patrulla.
Sabía que su servicio estaba a punto de terminar; la jubilación era en seis semanas. Pero una deuda pendiente persistía en su corazón. La desaparición de dos hermanas, Vera y Nadezhda Petrova, cuatro años atrás, la atormentaba. Su fiel compañero, un pastor alemán llamado Rex, iba sentado en el asiento del copiloto junto a ella. Había servido en combate, salvando soldados de las minas. Ahora, su olfato era lo suficientemente agudo como para percibir incluso el más mínimo indicio de peligro.
Anna le acarició la oreja: «Una cosa más, amigo. Tenemos que terminar esto».
Rex respondió con un suave gemido, como si entendiera cada palabra. Nada inusual parecía estar sucediendo esa noche. El pueblo seguía con su vida invernal, los residentes se apresuraban a volver a casa y Anna repasaba mentalmente los detalles de aquella fatídica noche en que las chicas desaparecieron.
Las habían visto con abrigos rojos en la plaza, jugando en la nieve. De repente, vacío. Detuvo el coche cerca de una vieja iglesia de piedra.
El viento les lanzaba agujas heladas a la cara al salir. Y fue entonces cuando Rex se tensó de repente. Se le erizó el pelo, se le erizaron las orejas y su mirada se posó en la destartalada puerta del sótano.

Related Posts

Our Privacy policy

https://rb.goc5.com - © 2025 News