EL ACTOR QUE APRENDIÓ A VIVIR EN SILENCIO
Durante décadas, el nombre de Tim Curry evocaba luces, aplausos, excesos brillantes y personajes inolvidables. Dr. Frank‑N‑Furter, Pennywise, villanos con carisma, monstruos magnéticos. Pero luego de 2012 todo cambió.
Eso mañana, mientras recibía un masaje como quien busca un instante de paz, no sintió nada extraordinario. Nada que anunciaría el abismo que se abriría bajo sus piernas. El masajista se detuvo, murmuró:
—Me preocupa. Voy a llamar una ambulancia.
Curry, entre la incredulidad, respondió:
—Qué exagerado.
Pero no lo fue.
Lo subieron con urgencia a una ambulancia. Entre luces, sirenas y la certeza de que algo en su cuerpo había cedido, un paramédico ofreció morfina:
—Te voy a dar morfina.
—Adelante —contestó Tim con la serenidad de quien ya sabía que la batalla no sería corta.
Desde ese día cambió su mundo.
Hoy, 13 años después, cuenta que aún no puede caminar. Que esa pierna izquierda arde con debilidad persistente. Que la silla que lo sostiene se ha vuelto su compañera —inesperada, necesaria—. Que cantar y bailar, dos dones que lo definieron, ya no están en su futuro cercano. 
Pero el espíritu no ha cedido.
En una proyección especial del 50.º aniversario de The Rocky Horror Picture Show, apareció frente al público. En silla. Vulnerable. Ícono eterno. Cuando ingresó, recibió una ovación de pie. Sus colegas, los fans, el tiempo mismo le hicieron una reverencia. 
Se puso de pie —figurativa, emocionalmente— y dijo:
“No puedo caminar, por eso estoy en esta silla ridícula… eso es muy limitante. No cantaré ni bailaré pronto… todavía tengo problemas con la pierna izquierda. Pero aquí estoy.”
Lo dijo con humor, con crudeza, con humildad. Y entre esas palabras, vivió la honestidad de alguien que pierde facultades, pero no pierde su esencia.
Tim ha continuado trabajando, adaptando su arte al cuerpo que ahora tiene. Se ha dedicado al doblaje, ha compartido memorias en su libro Vagabond, se mantiene cerca de sus fans. 
El acto más valiente no es aguantar lo que nos destruye sin caer… sino seguir existiendo con dignidad cuando lo que era parte de ti ya no puede volver. Tim no canta, no baila… pero su voz sigue viva, incluso en silencio.