* Ella usó toda su pensión para encargar un “hombre guapo por una hora”… La anciana lo miró – ¡oh DIOS, esto no puede ser!
Un pequeño rayo de sol atravesaba la espesura de un viejo jardín, tejido con una red de recuerdos y amarga melancolía. Junto a este rayo de sol, en una aldea remota, perdido entre campos interminables y densos bosques, crecía un niño llamado Pashka. Un niño con un deseo insaciable de ser protector.
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Sus ojos infantiles brillaban al ver a los majestuosos e inquebrantables soldados, como la personificación de la fuerza y el honor que él mismo se esforzaba con tanta desesperación por alcanzar. Desde su más tierna infancia, Pashka sintió una increíble atracción por el servicio militar. Le encantaba observar a los imponentes soldados que, con firmeza y confianza en cada movimiento, marchaban en interminables filas por las calles de su aldea, ubicada prácticamente al lado de la unidad militar.
Su imaginación evocaba constantemente vívidas imágenes de sí mismo, ahora adulto y con uniforme de camuflaje, saludando a su noble comandante. Pashka creció sin padre, y la principal responsabilidad de su crianza recayó en su madre y su abuela. La vida en el pueblo no era fácil para el niño, sobre todo porque sus compañeros a menudo se burlaban de él. Algunos niños del pueblo nunca perdían la oportunidad de burlarse de Pashka, llamándolo debilucho. Pensaban que parecía demasiado blando y gentil, quizá debido a su crianza con mujeres. Algunos incluso no dudaban en burlarse abiertamente de él, gritándole siniestramente.
¿Qué eres, una chica? Quizás debería llamarte algo infantil entonces. Pashka, por ejemplo, se sentía profundamente ofendido por semejante ridículo.
No podía tolerar la humillación que sufría, y cada vez que lo insultaban en público, no dudaba en luchar. Puede que aún fuera demasiado joven para defender su país, pero ya sabía que tenía que defender su honor. Por supuesto. Pashka nunca salía victorioso de una pelea.
Simplemente no sabía pelear. ¿Pero dónde lo habría aprendido? No había hombres en su familia, y simplemente no había nadie que le transmitiera tales habilidades. Además, el chico era delgado y débil.
Le rogó repetidamente a su madre que lo inscribiera en algún tipo de club deportivo. Ya fuera lucha libre, boko o cualquier otra cosa. Pero su madre, Tamara, eligió áreas completamente diferentes para él.
Música y dibujo. ¿Para qué necesitas estos deportes? Mi abuela insistía en que lo más importante en la vida es desarrollar la mente. Y mi madre siempre añadía