intentó hablar, pero solo consiguió toser violentamente. Sin dudarlo un segundo, Matías se quitó su abrigo de Kashmir y envolvió a la pequeña. La levantó en brazos, sorprendido por lo poco que pesaba, y corrió de vuelta al auto. “Al hospital italiano, ya mismo”, ordenó a Roberto mientras subía con la niña por la entrada de emergencias. Sí, señor.
Mientras el Mercedes aceleraba incorporándose al tráfico con urgencia, Matías sostenía a la niña contra su pecho. Podía sentir cada hueso bajo la piel ardiente, cada respiración dificultosa, algo dentro de él, algo que no sabía que existía, se removió con una intensidad alarmante. “Tranquila, pequeña”, murmuró apartando un mechón de cabello sucio de su frente.
“Te vas a poner bien, te lo prometo.” La niña no respondió. había perdido el conocimiento. El hospital italiano, ubicado en el corazón de Almagro era uno de los centros médicos más prestigiosos de la capital. Cuando el Mercedes negro se detuvo frente a la entrada de emergencias, varios enfermeros se acercaron rápidamente.

“Necesita ayuda urgente”, exclamó Matías saliendo del vehículo con la niña en brazos. “¿Qué le sucedió?”, preguntó una enfermera, guiándolo rápidamente hacia el interior. “No lo sé. La encontré así en la calle. Tiene mucha fiebre. Tos, está inconsciente. Todo sucedió muy rápido después. La niña fue colocada en una camilla. Médicos y enfermeras comenzaron a examinarla, conectándola a monitores y aparatos.
Matías fue apartado gentilmente, pero se negó a alejarse demasiado. Observaba todo desde la distancia con una ansiedad que no recordaba haber sentido jamás, ni siquiera durante las negociaciones más tensas de su carrera. “Señor”, una voz lo sacó de sus pensamientos. Era una mujer de mediana edad con una carpeta en la mano y expresión profesional.
“Soy la doctora Claudia Vega, trabajadora social del hospital. ¿Puede decirme cómo encontró a la niña? Matías le relató brevemente lo sucedido. Mientras hablaba, notó como su traje de diseñador italiano estaba ahora arrugado y manchado. En cualquier otra circunstancia, esto le habría molestado profundamente.
Ahora apenas lo registraba, ¿sabe quién es? Su nombre, su familia. No, como le dije, simplemente la vi en la calle. Estaba sola. La doctora Vega asintió tomando notas. En estos casos debemos notificar a la defensoría de menores. Mientras tanto, será atendida aquí. ¿Cuál es su diagnóstico? ¿Se pondrá bien? El doctor Gutiérrez está con ella ahora.
Parece ser neumonía, complicada por desnutrición y posiblemente otras condiciones. Tendremos un diagnóstico más preciso pronto. Como invocado por sus palabras, un médico de aspecto cansado se acercó a ellos. Doctora Vega, necesitaremos trasladar a la paciente a cuidados intensivos pediátricos. Presenta un cuadro severo de neumonía bilateral, deshidratación grave y desnutrición crónica.
¿Se recuperará? Interrumpió Matías, incapaz de contenerse. El médico lo evaluó brevemente antes de responder. Su estado es crítico, pero estamos haciendo todo lo posible. Las próximas 48 horas serán decisivas. Doctor, el señor es quien trajo a la niña, la encontró en la calle. Entiendo. Gracias por su acción rápida, señor Lombardi. Matías Lombardi.
Un destello de reconocimiento cruzó el rostro del médico. Señor Lombardi, su intervención probablemente le salvó la vida. Un día más en ese estado y las probabilidades habrían sido mucho peores. Quiero cubrir todos los gastos dijo Matías. absolutamente todo lo que necesite.
Eso es muy generoso, pero sin peros, doctor, quiero que reciba la mejor atención posible y quiero ser informado de cualquier cambio en su estado. La doctora Vega y el doctor Gutiérrez intercambiaron una mirada. Señor Lombardi, intervino la trabajadora social. Su preocupación es encomiable, pero debe entender que existen protocolos. La niña aparentemente no tiene familia, lo que significa que el estado debe tomar decisiones sobre su cuidado.
Quiere decir que irá a un orfanato, a una casa de acogida. Eventualmente sí. Primero intentaremos localizar a familiares, por supuesto. Algo en el pecho de Matías se tensó ante esa perspectiva. Había leído suficientes informes sobre el sistema de acogida para saber que, pese a los esfuerzos de muchos profesionales dedicados, los recursos eran insuficientes y muchos niños terminaban institucionalizados durante años.
“Quisiera hablar más sobre esto”, dijo con firmeza, “se las alternativas.” La doctora Vega lo miró con curiosidad. Alternativas. Sí, alternativas a un orfanato. Señor Lombardi está sugiriendo, no estoy sugiriendo nada concreto aún, solo quiero explorar todas las posibilidades. La trabajadora social parecía intrigada, pero asintió profesionalmente.
Por supuesto, podemos hablar de ello cuando la situación médica de la niña se estabilice. Las siguientes horas fueron un borrón para Matías. Se negó a abandonar el hospital. Ignorando las llamadas incesantes de Luciana, su secretaria, y de Diego, su socio y mano derecha. Eventualmente respondió brevemente a Diego, explicando que estaba lidiando con una emergencia personal y que hablarían al día siguiente.